Nuestros cuerpos humanos vibran más bajo que los cuerpos celestiales a los cuales estamos conectados. Es por esta razón
que percibimos codificado el mensaje de la luz.
Algunos cuerpos vibran más bajo que otros, e incluso algunos ni siquiera alcanzarán a percibir lo que sucede dentro de ellos
y todo lo que hacen sus cuerpos celestiales para comunicar que algo adentro está en desequilibrio. En esos cuerpos es donde
la frecuencia energética se quedará estancada: oxidará la espina dorsal, intoxicará la sangre, la sangre intoxicará a los órganos, y los órganos comenzarán a fallar.
Las fallas se reflejarán en enfermedades emocionales, físicas y mentales, porque es así como esos cuerpos aprenderán
a expresar que la señal debe ser reparada.
Con todos los sentidos bloqueados, estos cuerpos inconscientes experimentarán un estado de desconexión. Y si no se está conectado al universo, ningún cuerpo tiene identidad. Si no se tiene identidad, allí no se siente el ruaj, y si el ruaj no se siente,
no se experimenta a Elohim. Al no experimentarse Elohim en el cuerpo, ese cuerpo no tiene luz, y si no tiene luz, es un cuerpo que no puede crear.
Y si no puede crear, la mente de ese cuerpo entrará en caos, y será una mente y un espíritu que viven en la densidad química
del caos: carbono, nitrógeno y azufre mezclados con oxígeno.
Un Elohim, un ruaj en un cuerpo oxidado por la polución de unos turbios pensamientos que corroen todo a su paso, creando realidades distorsionadas, dejando un rastro de sodio en los sueños, formando grietas en la experiencia de vida.
Grietas oscuras por donde la gravedad se magnificará entre los cuerpos celestiales y terrenales, actuando a larga distancia debido a su atracción mutua. Esa atracción hará que los cuerpos impacten, colisionen, chispeen e iluminen toda la atmósfera existencial.
Y de nuevo habrá luz.
Esa luz hará que todo se encienda y se establezcan nuevas conexiones afinadas y conscientes para que los cuerpos puedan comunicarse con sus cuerpos celestiales: la materia, el ruaj, Elohim y las ideas, dando paso al mensaje ahora decodificado:
un cuerpo sin identidad es una masa afectada por la resistencia a la atracción, que oscila entre los extremos para encontrar
el equilibrio, el aprendizaje, la luz y la evolución.