La retirada
Yulián Courth
Teniente Coronel
4º Regimiento de Infantería “Valientes de Flandes”
28 de mayo de 1940. Bélgica en la noche.
General Gionathan R. Cebayéz
Comandante en Jefe de las Fuerzas Aliadas en el Frente Universal
Cuartel General Aliado del Frente Universal
Avenida de la Victoria, 501, Sta Mónic.
Estimado Gionathan R. Cebayéz:
Fue un error haber convocado esta guerra.
La última tropa que queda está hambrienta; se notan las costillas que se asoman por la piel, como se asoman las costillas 
de los perros callejeros. No tenemos ni para buscar en algún bote de basura.
Las cuencas de los ojos en mi rostro y en el de los soldados ganan territorio en las caras; no hay brillo en las miradas, 
solo enormes agujeros vacíos llenos de incertidumbre y miedo.
Miedo, tenemos miedo.
Las mejillas ya no tienen grasa.
El campo de batalla se ha convertido en un cementerio.
Las manos que cargan pesados fusiles se han tornado en largas y secas ramas.
Disparamos hacia el frente, pero pareciera que las balas fueran bumeranes que retornan y detonan en nuestras caras: 
una tras otra retornan y estallan.
Huele a sangre mezclada con pólvora, pantano, rabia, dolor y desespero.
Es el concepto del caos, es el arte de la guerra.
En las noches profundas del alma, los soldados lloran. Desde mi trinchera escucho el llanto y el lamento.
Puedo sentir el abrazo de la muerte en terreno descubierto.
El calor y la humedad de las botas corroe la piel; estamos llenos de úlceras y ampollas.
Nuestro cuerpo está débil, no es el mismo con el que iniciamos ilusionados una vez.
Tenemos toda clase de parásitos alojados en nuestra epidermis, mente y alma: moscas, ladillas, sanguijuelas, hongos 
y garrapatas se incrustan en los pensamientos. Mordisquean, mordisquean.
Pienso, pienso, pienso. Me castigo, me castigo y pienso.
¿Por qué dejé que llegáramos hasta aquí?
Ya no hay escapatoria.
Fue un error creer que éramos fuertes al adentrarnos en territorios desconocidos.
Fue un error compartir los mapas con países aliados: la traición es más poderosa y vencedora.
Fue un error disfrazar la debilidad en fortaleza.
Comandante, exijo la retirada de mi gente, de mis emociones, de mi presencia.
Comandante, la razón está perdida entre un bando y el otro.
Comandante, tenga piedad; aquí ya no hay comida. Vamos a tener que devorarnos unos a otros, luchar entre nosotros. 
Ya no podemos resistir ni convivir entre nosotros.
Nos convertimos en el enemigo. Ya no sabemos por qué es la lucha. Olvidamos el fondo de todo esto: solo somos expresiones de inseguridad y alerta, pidiendo que la muerte llegue al que más tenemos cerca, para que la muerte no me toque hoy a mí. 
Y si muero, que sea de último para que no me vean morir de un balazo o de locura.
Comandante, en dos horas tendremos que avanzar junto a la artillería para seguir resistiendo, para seguir aguantando, 
para seguir fingiendo fortaleza.
Quiero que sepa que lucho por estar en pie y no demostrar que desfallezco ante mis soldados y, sobre todo, ante el enemigo.
Y mientras no reciba la orden de retirada, continuaré hasta el final, sea bueno o sea malo.
Sin más, le envío un cordial saludo.
Atentamente,
Yulián Courth
Teniente Coronel
4º Regimiento de Infantería “Valientes de Flandes”

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