En la aparente normalidad de un matrimonio, una pareja casada da un paso inusual al ingresar a su hogar con un cadáver
y obstaculizar la sala al intentar esconderlo bajo una alfombra. Este inquietante acto simboliza los conflictos subyacentes,
los cuales, como el cuerpo, emanan una presencia perturbadora.
A través del proceso de descomposición, los personajes enfrentan y soportan las consecuencias de no abordar sus conflictos, mientras olores, insectos carroñeros, la intervención de vecinos y la presencia policial amenazan con irrumpir esta negación.
La rutina continúa hasta que un derrame de vino sobre el ser inerte desencadena la verdad, dando lugar a una incómoda confrontación.
En un sorprendente giro, el muerto —personificación de sus conflictos— experimenta una resurrección simbólica, despidiéndose de la casa y de las sombras del pasado.
Este cortometraje, visualmente impactante, explora la evasión de problemas a través de una narrativa silenciosa, utilizando
la presencia del cadáver como metáfora de la descomposición de situaciones no abordadas. Con un enfoque único y un desenlace inesperado, la historia invita a reflexionar sobre la necesidad de afrontar verdades incómodas para lograr
la renovación.